Quiero que sea…
13 septiembre, 2010 por mycoach
No es raro estar hablando fijamente a los ojos de algún amigo cuando notas que su mirada, hasta el momento fija en tu rostro, comienza a desviarse ligera y progresivamente hacia un lado. Si eres una persona curiosa es muy posible que gires tu cabeza para saber exactamente quién diablos es la persona que turba la concentración de tu interlocutor. Y si la discreción no es tu fuerte, entonces es posible que gires el cuerpo entero y exclames: «¡vaya, no está mal!«.
Es entonces cuando el tema de conversación cambia radicalmente y comienza el tuning de quien haya osado pasar entre el ángulo de visión de ambos: «No está mal, pero si le quitaras un poco de… y le pusieras un poco más de… y le cambiaras… y en vez de…«. Y como conozcamos personalmente a la protagonista entonces podemos entrar hasta en su forma de ser: «si fuera un poco más abierta… si tuviese un poco más de humor… si no fuera tan basta al hablar… si cambiara de amigos…«. Y esto que parece un estereotipo exclusivo de los hombres también les ocurre a las mujeres, aunque en ellas es algo más disimulado inicialmente por tener, entre otras cosas, un ángulo de visión mayor que el de los hombres.
En este ejemplo concreto no estamos describiendo al hombre perfecto ni a la mujer que tenemos en nuestras fantasías y que podrían hacernos la vida un poco más agradable en nuestros sueños, sino que estamos ajustando a una persona real, y por ello imperfecta, a nuestras necesidades concretas, a nuestras fantasías.
El conformar algo como nosotros queremos es complicado. Y se complica aún más conforme la otra persona tiene una identidad ya formada. Tal vez por esto algunas personas dicen que llegada la crisis de los 40 los hombres buscan una chica más joven que ellos para poder modelarla a su gusto. Es posible que las decepciones que han tenido en su vida hagan que algunos de estos hombres quieran buscar una mujer a la que puedan configurar a su medida para evitar de esta forma algunos de los problemas que tuvo en el pasado con las mujeres de su quinta.
También es posible que tenga que ver con el equilibrio en el apetito sexual de ambos. Según Pease International Research, el apetito sexual de un hombre de 40 años se corresponde más con el de una joven de apenas 25 años que con el de una mujer de su propia edad, ya que esta última tiene el mismo apetito sexual que el de un joven a quien dobla en edad. Por eso últimamente se ven parejas donde la diferencia de edad es bastante apreciable, aunque a ninguna de las dos partes les importe demasiado este hecho para seguir juntos.
De hecho, algunas mujeres jóvenes prefieren un hombre mayor que esté más pendiente de sus necesidades y emociones, con quien pueda hablar y quien no esté pensando todo el día en el sexo y dónde lo vamos a hacer hoy, si en la cocina o en el ascensor. De igual manera algunas mujeres mayores prefieren a los jóvenes porque, además de tener unas necesidades sexuales mayores que sólo los jóvenes pueden satisfacer, se evitan complicaciones que llevan asociados los hombres mayores. Por su parte los hombres pueden ver satisfecha su fantasía de estar con una mujer mayor cuando son jóvenes y de estar con una mujer más joven cuando son mayores.
Independientemente de la pareja con la que se decida mantener una relación, es muy importante aceptar a las personas tal y como son, así como averiguar qué es lo que quiere mi pareja. Los cambios son posibles en las personas y la pareja puede ayudar a que seamos conscientes de ciertas conductas que no son apropiadas en ciertos entornos. Sin embargo esto no debería desembocar en que la otra persona cambie porque a mi no me gustan ciertas cosas, o porque creo que debe cambiar por amor hacia mi.
Los cambios demasiado radicales pueden terminar en conflictos de pareja que llevan ineludiblemente a la ruptura de la misma. Por eso es importante mantener una postura abierta y un diálogo fluido entre ambas partes que permita que nos conozcamos más y nos volvamos a enamorar. Esto se puede conseguir también con la ayuda de un profesional que nos puede aportar las pautas iniciales para salir de nuestro bucle y de nuestras respuestas automáticas para así aprender a seducir a la persona que amamos a través de las preguntas que nos indican qué es lo que quiere realmente y qué tenemos en común.