Archivos para febrero, 2010
Ganar más dinero
jueves, 11 febrero, 2010
Desde que somos pequeños realizamos actividades que nos pueden reportar algún ingreso económico con el que poder comprar cromos o golosinas. Según vamos creciendo y adquiriendo mayor responsabilidad y conocimientos esas actividades se convierten en trabajos mejor remunerados que nos permitirán comprar objetos más caros y sofisticados. Al llegar a la edad adulta y comenzar nuestra vida laboral la necesidad de poseer objetos y disfrutar de la vida no disminuye, por lo que mantenemos en el punto de mira el objetivo de ganar más dinero. Pero habiendo llegado donde has llegado ¿cómo puedes ganar más dinero?
La respuesta automática de muchas personas ante esta pregunta es «trabajando más«. Efectivamente, esto es totalmente cierto en aquellos casos en los que mis ingresos dependen del número de horas durante las que realizo esa actividad. Así, ganaré más dinero al final de la semana si doy 20 horas de clases particulares que si sólo doy la mitad.
Otra respuesta menos automática pero igual de válida que la anterior es «siendo más eficiente«. Correcto, si consigo ser más eficiente en mi profesión u oficio y sacar más trabajo adelante en el mismo número de horas tendré mayores ingresos a final de mes. De esta forma, si trabajo de jardinero, cuantos más metros cuadrados de césped consiga cortar en una hora, más clientes podré tener y por tanto más dinero ganaré.
Una tercera respuesta que se suele dar en un contexto económico diferente al de recesión actual es «cambiando de empresa«. Una respuesta del todo acertada. Una persona puede cambiar de empresa para mantener una ocupación similar a la que tenia y aumentar sus ingresos económicos con el cambio.
Sin embargo, puede llegar el momento en el que mi cuerpo alcance su cuota de horas semanales de trabajo sin desfallecer, que los procesos para sacar más trabajo adelante hayan sido optimizados hasta tal punto que sea casi imposible mejorarlos, y que cambiar de empresa nuevamente suponga una desventaja más que favorecer un incremento salarial. Llegados a este punto ¿cómo puedo ganar más dinero?
Después de unos segundos pensando son pocas las personas que ahora responden «aportando valor«. Ciertamente, desde hace unos años se viene hablando mucho de aportar valor al cliente o del valor añadido de nuestros servicios, y sin embargo son pocas las personas capaces de entender plenamente este concepto tan básico para incrementar nuestros ingresos.
A diferencia de los gobiernos de algunos Estados cuya democracia es más una mediocracia, e incluso en algunos casos y para mantenerse en el poder son capaces de fomentar la kakistocracia, o lo que es lo mismo, el gobierno de los peores; las empresas de nuestro país siguen fomentando en la mayoría de los casos la meritocracia o la aristocracia, entendida esta última como el gobierno de los mejores.
Los mejores no son los que más trabajan, es decir, los que más horas se quedan en su lugar de trabajo. De hecho, las culturas anglosajonas ven este comportamiento como ineficaz, y no es difícil escuchar alguna leyenda urbana sobre despidos de empleados que se quedaban más horas de las establecidas por ser considerados por la empresa como empleados poco eficientes.
Los mejores empleados suelen ser personas que, además de tener las habilidades técnicas que les permiten crecer hacia puestos de mayor responsabilidad, aportan valor a la empresa a través de sus virtudes – como la responsabilidad – o de su talento. Personas capaces de liderar, influyendo, guiando y coordinando sus esfuerzos con los demás a fin de conseguir sus objetivos: convertir la visión de la empresa en realidad.
En definitiva, las personas que quieran ganar más dinero deberán entrar en la liga de las estrellas, en el grupo de los mejores, para lo que deberán desarrollar sus habilidades interpersonales y sus capacidades de liderazgo, aportando de esta forma valor a su empresa. Aquellas personas que sean capaces de llegar a este punto se olvidarán para siempre de la pregunta formulada al principio de este artículo.
Gobierno de los mejores
miércoles, 10 febrero, 2010
Al igual que en tiempos pasados, hoy en día no es raro encontrarse con personas que se alejan del ideal de perfección para conformarse con la mediocridad; que apartan a los mejores del camino para aplaudir a los peores; que siguen el camino de menor esfuerzo y que sustituyen la calidad por la cantidad. En este clima social poco apto para la mejora personal ¿cómo guío y dirijo mi propia persona?
El gobierno de una persona se puede asemejar a dirigir una nación o Estado. De este modo, una persona sin experiencia en estos asuntos podría modelar los comportamientos de los políticos que gobiernan su país para gobernarse a si mismo.
Juan de Mariana adelantaba en su libro De Rege et regis institutione escrito en 1599 «[…] Mas cuando los honores y cargos de un Estado se reparten a la casualidad, sin discernimiento ni elección, y entran todos, buenos y malos, a participar del poder, entonces se llama democracia. Pero no deja de ser una gran confusión y temeridad querer igualar a todos aquellos a quien la misma naturaleza o una virtud superior han hecho desiguales«.
Por su parte, el filósofo argentino Jorge Luis García Venturini, confirma en su artículo «Aristocracia y Democracia» – publicado en el diario La Prensa en 1974 – que para muchas personas la democracia comienza a ser equivalente a mediocridad (mediocracia) e incluso lo lleva al extremo de ser el acceso al poder de los menos aptos, de los incapaces, y lo define abiertamente como kakistocracia o lo que es lo mismo, el gobierno de los peores.
En un ambiente como el descrito por Mariana y García Venturini, en el que el pueblo desconfía de las capacidades y comportamientos de aquellas personas que deben dirigir su país, es complicado que una persona pueda desarrollar sus habilidades de autogobierno imitando los comportamientos de sus gobernantes, ya que para triunfar y ser mejor lo óptimo no es adoptar las habilidades de los menos aptos ni de los incapaces, sino de aquellas personas que ya han triunfado en el campo que se quiere desarrollar. Aún así podemos encontrar en la historia reciente grandes políticos como Mahatma Gandhi, Winston Churchill, Nelson Mandela, y más recientemente el premio Nobel de la paz Barack Obama a los que poder modelar.
Afortunadamente Juan de Mariana también afirmaba en De Rege que «La república, verdaderamente llamada así, existe si todo el pueblo participa del poder supremo; pero de tal modo y tal templanza que los mayores honores, dignidades y magistraturas se encomienden a cada uno según su virtud, dignidad y mérito lo exijan.«
Si tenemos en cuenta la virtud, la dignidad y el mérito de las personas a la hora de otorgar los honores, entonces podemos hablar de meritocracia, aunque estuviera cargado de contenido negativo cuando se utilizó por primera vez en 1958 por el escritor Michael Young en su libro Rise of the meritocracy.
Este término se ha asociado recientemente a posiciones conseguidas por mérito personal, como puede ser el ingreso a escuelas o universidades de prestigio a través de sus exámenes de ingreso o puestos de funcionariado que requieren de exámenes de acceso, por lo que estas personas son perfectas candidatas para modelar sus comportamientos y desarrollar aquellas habilidades que puedan ayudarnos a conseguir el objetivo marcado.
De igual manera, y en contraposición a la kakistocracia que apuntaba García Venturini, aparece de nuevo el concepto clásico de aristocracia, que significa fundamentalmente el gobierno de los mejores y no como se entiende popularmente de la clase social que por su linaje tiene privilegios hereditarios, entre los que destaca el de gobernar, y los cuales son inalterables independientemente de sus valores éticos o capacidad efectiva para ello.
La aristocracia, como en este contexto la entendemos, promueve el valor, el talento, el honor, la capacidad y la virtud como atributos de las personas. Estos aristócratas se pueden encontrar en algunas empresas que promueven y fomentan este tipo de gobierno, por lo que también pueden ser buenos candidatos a la hora de tomarlos como referencia a la hora de modelar ciertos comportamientos y actitudes.
Ahora está en nosotros el elegir si deseamos ser gobernados por una persona mejor de la que somos actualmente para de esta forma poder alcanzar todos nuestros objetivos, o preferimos conformarnos con lo que somos para mantener viva esa fantasía de lo que podríamos ser pero que irremediablemente nos mantiene bloqueados en nuestra mediocridad actual.