Artículos etiquetados ‘coaching personal’
Escucha activa
sábado, 13 septiembre, 2008
¿Cuántas veces hemos dicho a alguna persona «¡Es que no me escuchas!«?
No es difícil encontrarte en el trabajo, en la calle e incluso en tu propia casa, con personas que te oyen, es decir, que perciben con el oído los sonidos que salen de tu boca, pero no los escuchan, no prestan atención a lo que oyen, por lo que no reciben el mensaje que queremos transmitir.
Este tipo de personas suelen tener el foco de atención sobre sí mismos. Se distraen fácilmente con su diálogo interno, mientras están pensando en la pregunta que nos van a hacer cuando cojamos aire de nuevo. Normalmente sólo oyen palabras que se filtran entre su diálogo, perdiendo la verdadera esencia del mensaje. Suelen hacer interpretaciones a partir de una palabra suelta y, además, son ellos quienes dirigen la conversación.
Pero ¿cómo podemos evitar ser nosotros uno de estos personajes tan molestos? ¿Cómo podemos practicar la escucha eficaz?
El nivel más alto de escucha es aquel en el que se escucha de forma global lo que la otra persona dice, y lo que no dice -expresado a través de su lenguaje corporal. Se le suele preguntar para confirmar lo que se entiende de ambos lenguajes, teniendo en cuenta todos los elementos, palabras, tonos, respiración, etc. Se evita interpretar y ser directivo. Se resume y parafrasea lo que dice el interlocutor para asegurar la claridad y el entendimiento.
A continuación cito algunos consejos para conseguir este nivel de escucha:
- Tener como objetivo el escuchar
- Liberarse de todo juicio inicial
- Evitar distracciones
- Reformular o parafrasear
- Valorar la carga afectiva
- Aislar la esencia del mensaje
- Esperar a que acabe el otro antes de responder
En pocas semanas nos estarán diciendo «¡Me encanta hablar contigo, porque escuchas lo que tengo que decir!«
Gestión del tiempo
viernes, 12 septiembre, 2008
El trabajo, el gimnasio, los niños, la casa… hoy en día son tantas las actividades que realizamos a lo largo del día que no es raro escuchar a la gente decir «es que no tengo tiempo«. Algunas empresas de productos lácteos han visto este nuevo patrón de conducta y ya anuncian por televisión productos para mejorar las defensas de nuestro organismo, ya que según dicen, esta hiperactividad reduce nuestras defensas durante cualquier época del año.
Por su parte, Mertxe Pasamontes comentaba hace unos días en su blog que hay que «hacer las cosas, pero sin darles urgencia, dedicando el tiempo necesario«. Este comentario me evoca la forma de vida de los caribeños, quienes parecen no estresarse por nada y quienes se toman su tiempo para cada cosa que hacen.
Pero sin querer llegar a ninguno de estos extremos ¿cómo aprendo a gestionar mi tiempo para tener una vida equilibrada? Tal vez la primera respuesta que se nos ocurre a la mayoría es «¡Aprende a delegar!«. Hay personas que necesitan tener el control absoluto de todo lo que sucede a su alrededor, incluso de aquellas cosas que no son importantes.
Otra respuesta suele ser «¡Elimina cosas!«. Hay personas que tienen que ir a todos los eventos, a todas las reuniones, estar en todas partes, lo cual sólo incrementa su nivel de estrés y ansiedad.
Otra respuesta suele ser «¡Planifica tu agenda!«. Hay gente que hace las cosas según le llegan. Ahora esto, ahora lo otro. Nunca parecen acabar nada y siempre tienen la mesa llena de papeles. Al final esto supone un nivel de ansiedad alto, porque nunca terminan nada de lo que tienen entre manos, porque siempre tienen algo nuevo que hacer.
¿Cómo podemos comenzar a equilibrar nuestras vidas? Tal vez sería interesante comenzar por saber el significado de los términos «importante» y «urgente«.
La RAE define el término urgente como «que urge«. Por tanto, algo urgente es algo que se exige con apremio. Algo que puedes incluso ser obligado a hacer con mandamiento de autoridad. Mientras que define el término importante como la «cualidad de lo importante, de lo que es muy conveniente o interesante, o de mucha entidad o consecuencia«.
Por tanto, teniendo esto en cuenta, la regla a seguir sería:
- importante + urgente = Hazlo ya
- importante + no urgente= Agenda
- urgente + no importante= Delegar
- no urgente + no importante = Eliminar
¿Qué te impide empezar hoy a mejorar tu calidad de vida utilizando estas simples reglas?
Coaching Creativo
martes, 9 septiembre, 2008
La RAE define la creatividad como «La facultad de crear«. Y define crear como «producir algo de la nada«, para lo que utiliza el ejemplo «Dios creó cielos y tierra«. Uniendo ambas definiciones podemos decir que la creatividad es «la facultad de producir algo de la nada«.
¿Qué hace que una persona más formada que otra sea menos creativa? Las anécdotas, o leyendas urbanas, confirman que las personas con más nivel cultural, o con mayor formación no suelen ser las más creativas. Véase el caso del niño que ayuda a sacar un autobús que se había quedado encajado en un túnel desinflando las ruedas. O el caso de la señora de la limpieza que resuelve un tema logístico con el que llevaba horas un ingeniero.
Estos casos nos hacen ver que la creatividad surge con mayor facilidad en las mentes abiertas y en las personas que no tienen nada que perder si dicen «una tontería». Hoy en día se utiliza el «brainstorming» (o lluvia de ideas) para sacar toda la creatividad de los empleados. Estas sesiones permiten decir «lo que se te ocurra»-dentro de un orden-, en un ambiente seguro, es decir, donde nadie puede reírse del prójimo diga lo que diga, y donde lo que se diga se queda dentro de la sala y no sirve como comentario de pasillo para reírse de tus compañeros. Aquí se busca la participación e involucración de todos. Las ideas de unos pueden ser aprovechadas por otros y así sucesivamente durante varios minutos. La idea más absurda inicialmente puede generar la solución perfecta después de varias iteraciones de los participantes.
La necesidad también puede hacer que las personas agudicen su ingenio y creatividad. Véase el caso de Charles Chaplin en su película «The Kid» (El Chico), donde un vagabundo sin apenas recursos tiene que hacerse cargo de un niño que han dejado abandonado en la calle. Sin dinero para comprar una cuna, pañales o biberones, Charlot utiliza mantas y cuerdas para hacer la cuna; utiliza una cafetera a modo de biberón y recorta una sábana para hacer los pañales.
Años después Charlot aprovecha la puntería del niño para aumentar los ingresos de su negocio. Mientras el pequeño se dedica a romper los cristales de las ventanas de los ciudadanos, el padre adoptivo se dedica a ir por detrás arreglándolas, si bien este comportamiento hace que tengan que huir de la justicia en más de una ocasión.
Otro modelo en cuestiones de creatividad es Rowan Atkinson, más conocido por todos como Mr Bean. Este personaje utiliza su ingenio para pintar una habitación sin dar un solo brochazo; conduce su coche desde el techo después de llenarlo con bolsas de la compra; saca su Mini de un aparcamiento sin pagar un céntimo; o se cambia de ropa en la playa sin que nadie vea sus vergüenzas.
La necesidad, la mente abierta y las ideas de los demás son algunas de las cosas que pueden hacer que seamos más creativos. Los miedos y los reproches pueden hacer que la gente deje la creatividad en su casa y se centre en decir «lo que el jefe quiere escuchar».
Miradas condescendientes
lunes, 8 septiembre, 2008
Después de leer el comentario que Eduardo Gutiérrez dejó en mi artículo «La Paradoja Rural» he creído oportuno pararme a reflexionar sobre sus palabras, las cuales cito a continuación:»Los urbanitas miran con condescendencia a los de los pueblos, sin sospechar con cuanta conmiseración los miramos nosotros a ellos, encerrados en sus ciudades.«
A principios del siglo pasado la diferencia de clases era algo muy marcado en nuestra sociedad. Los habitantes de las zonas rurales eran considerados como «paletos«. Gente que, debido a sus circunstancias, no había tenido la suerte de tener una educación digna y que, por tanto, lo único que podían hacer para subsistir en este duro mundo era dedicarse al ganado y a la agricultura.
En esta época, el médico, el cura y el agente de policía eran las máximas autoridades, pudiendo solucionar la mayoría de los problemas que aquellas gentes pudieran tener en su día a día, desde disputas entre vecinos, pasando por dolencias derivadas del trabajo hasta aquellas producidas por el espíritu.
La pobreza de los menos afortunados podía llegar a tal extremo que en algunos casos se pagaba al médico con huevos, cebollas, chorizos, o cualquier cosa que hubiera producido la tierra durante los últimos días. Esta situación podía hacer que, los entonces urbanitas, se acercaran a las zonas rurales y miraran a su población con ojos de superioridad, pudiendo reírse de ellos en más de una ocasión y humillándolos para «pasar el rato».
Por norma general los padres siempre quieren «lo mejor» para sus hijos. Es entonces normal pensar que, si no tienes luz eléctrica, ni agua corriente, vistes a tu familia con harapos, y los «veraneantes» te humillan y se ríen de tu familia cada vez que vienen como forma de diversión; lo que quieres es sacar a tus hijos de esas penurias para que sean «hombres de provecho«, aunque tú sigas sufriendo las mismas calamidades.
Pero hoy en día, en pleno siglo XXI, viviendo en la «Sociedad de la Información», donde Internet está al alcance de todos, donde la gran mayoría de nosotros hemos tenido la suerte de una educación «más que digna», donde la recogida de la patata y la fresa la realizan temporeros de otros países menos desarrollados que el nuestro ¿cómo es posible que el urbanita mire con condescendencia a la gente de las zonas rurales? ¿Cómo es posible que ese urbanita no se acuerde de sus raíces? ¿Cómo es posible que no se dé cuenta que la persona que está frente a él puede tener su misma formación, pero ha elegido vivir en un ambiente más natural? ¿Cómo no se da cuenta de que esa persona es feliz?
Mientras tanto «el hombre rural» siente pena por nosotros, porque sufrimos de estrés; porque vivimos rodeados de asfalto y hormigón que generan un microclima «anormal»; porque por mucho cristal que pongamos a nuestros muros seguimos extrañando nuestra libertad; porque sólo en los días con menor nivel de contaminación somos capaces de ver la Sierra; porque el sonido más agradable que escuchamos en todo el día es la bocina del coche tuneado que nos pide paso al cambiar de color el semáforo.
¿Y si fuésemos capaces de escuchar a estas personas? ¿Qué nos podrían aportar desde su mundo? ¿Qué podríamos aprender de ellos? ¿Y ellos de nosotros? ¿Cómo podrían ayudarnos para que nuestras vidas fuesen más felices y tranquilas? ¿Cómo podríamos harmonizar ambos mundos? ¿Cómo podríamos aumentar nuestra autoestima sin tener que humillar a otras personas?
Ahora es vuestro turno. Ahora podeis comenzar a dejar vuestros comentarios para que entre todos podamos iniciar una nueva andadura en común. ¡Este es el momento del cambio, no lo dejes escapar!
Esclavitud en el s. XXI
domingo, 7 septiembre, 2008
Leía esta mañana el artículo «La hipocresía en NIKE» donde el autor, Francisco de Sántoyo, exponía la doble moral de la marca deportiva en relación a los Derechos Humanos, ya que si bien la marca parecía defenderlos de cara al público, luego tenía a niños esclavizados en sus fábricas de Asia y África cosiendo las camisetas y zapatillas deportivas que luego nos vende.
La Real Academia Española, en su vigésima segunda edición del diccionario de la lengua española, define al esclavo como «dicho de una persona: que carece de libertad por estar bajo el dominio de otra«. Esta es la definición «más popular», la que si alguien nos pregunta daríamos sin apenas pensárnoslo.
Sin embargo, la segunda definición me ha parecido aún más interesante si cabe. En esta se puede leer «sometido rigurosa o fuertemente a un deber, pasión, afecto, vicio, etc., que priva de libertad. Hombre esclavo de su palabra, de la ambición, de la amistad, de la envidia«.
Si esto es así ¿qué impide que el hombre sea «esclavo de sus creencias«? ¿Cómo pueden nuestras creencias privarnos de libertad? ¿Cuándo nos someten a otra persona? ¿Dónde nos toca para que puedan esclavizarnos? ¿Para qué nos sirven? ¿Qué nos aportan?
Busco pareja
miércoles, 3 septiembre, 2008
Esta mañana escuchaba en las noticias que los últimos datos estadísticos muestran que tres de cada cuatro matrimonios terminan en divorcio.
¿Qué hace que un ser humano, sociable por naturaleza, quiera vivir en solitario? ¿Qué hace que algo que antes era «para toda la vida«, ahora tenga «fecha de caducidad«? ¿Tanto ha cambiado la sociedad? ¿Tanto nos hemos independizado económicamente del otro sexo que ahora no aguantamos ni la más mínima tontería de nuestra pareja? ¿O es que nos juntamos con alguien para no estar solos, para pagar el alquiler o la hipoteca y no tenemos en cuenta lo realmente importante en una relación de pareja?
Pero claro, ¿qué es lo importante en una relación? Algunos podrán decir que «lo importante es el amor«, otros que «lo importante es su aspecto físico«, y los menos -espero- que «lo importante es su posición económica«. Pero independientemente de la respuesta dada ¿existe alguna herramienta que nos permita salir a la calle dentro de unos minutos sabiendo con certeza lo que buscamos? ¡Si, existe!
Busca un papel y un lápiz (por si tienes que borrar algo). En la parte superior de la hoja escribe: VALORES QUE PIDO. Ahora haz dos columnas, una con el título ME ALEJAN, y la otra con ME ACERCAN. Identifica diez valores que pides a la otra persona y que te pueden acercar o alejar de ella (por ejemplo: afecto, compromiso, dedicación, familia, liderazgo… 10 por columna). Dales un valor del 1-5 (1: no me acerca/aleja mucho; 5: me acerca /aleja mucho). Una vez realizado el ejercicio tendrás una imagen más clara de lo que buscas en esa persona con la que quieres compartir tu vida.
Como en toda relación existen dos personas, ahora podrías hacer lo mismo contigo, es decir ¿qué valores ofreces? ¿Cuáles te pueden acercar a la persona que buscas y cuáles harán que ésta se aleje de ti? El título sería VALORES QUE OFREZCO. Las columnas: LE ALEJAN y LE ACERCAN. Identifica 10 valores por columna. Dales un valor, al igual que hemos hecho anteriormente. Y el resultado… interesante ¿verdad?
Si actualmente estas viviendo una relación de pareja, esto no debería impedirte que hagas el ejercicio, aunque sólo sea… ¿por curiosidad?
¿Qué es lo que quiero?
martes, 2 septiembre, 2008
Todo proceso de coaching comienza por identificar el objetivo del cliente, qué es lo que quiere en su trabajo, en su vida personal, en su relación de pareja… Para ello es fundamental que el cliente se pregunte «¿qué es lo que quiero?».
Esta pregunta centra nuestros pensamientos. Aquello que parecía difuso se aclara. Puede ser la cantidad de dinero que quiero ganar al año, el trabajo que considero «perfecto», las condiciones de un contrato o mis próximas vacaciones.
Al hacernos esta pregunta averiguamos exactamente dónde estamos y hacia dónde ir. Nuestra vida se llena de claridad, nos sentimos bien, y este sentimiento nos permite entrar en el mundo con paso firme.
Esta pregunta también nos puede ser de utilidad en otras situaciones cotidianas de nuestra vida, como en un proceso de negociación, y en especial durante un conflicto o discusión.
Si conseguimos que la pregunta «¿qué es lo que quiero?» se convierta en una respuesta instintiva, las situaciones diarias se harán menos agobiantes y confusas.
Hoy tampoco me puedo levantar
lunes, 1 septiembre, 2008
La vuelta al trabajo se puede convertir en una rutina, en algo monótono, en un problema que impide que muchas personas se levanten con la energía que tienen y con la que podrían hacer grandes cosas para la sociedad.
La falta de objetivos profesionales, la ausencia de retos que nos desafíen en nuestro día a día hacen que la vuelta al trabajo suponga una «crisis postvacacional» de la que nos puede costar salir. Esta falta de motivación hace que todo lo que sucede a nuestro alrededor sea captado como algo negativo y no nos permita vivir la vida plenamente.
Por ello, es importante tener unos objetivos profesionales claros, un plan para conseguirlos y un espíritu de cambio para que nuestra vida no se quede «donde está«, sino que avance hacia «donde quiero estar«. Tal vez sea el momento de buscar a ese profesional que me permita alcanzar mis objetivos en menos tiempo, evitando así muchos problemas que el futuro me puede deparar si sigo en esta línea.
De no ser así nos podríamos encontrar en una situación similar a la de nuestro protagonista:
«De fondo parece escucharse la canción «Living my religion» de R.E.M. Y ahora «Like a virgin«, de Madonna. ¿Por qué se escucha cada vez más fuerte? ¿Qué ocurre? ¡Maldita sea, es el despertador! Lanzo mi mano hacia la mesilla de noche donde está el radio-despertador para apagarlo, al tiempo que me giro ligeramente y abro un ojo para ver la hora que marca. ¡Las 7:10! ¡si ni siquiera están puestas las calles a esta hora!
Respiro profundamente con la intención de oxigenar las pocas neuronas que están activas a estas horas mientras noto como mi cuerpo me pide quedarme un rato más en la cama, posiblemente debido al viajecito que tuve ayer ¡Seis horas! Un trayecto que se puede hacer en dos horas y media sin sobrepasar el límite de velocidad… ¡seis malditas horas encerrado en el coche! Y lo peor de todo no es eso, no. Es que además ahora tengo metida en mi cabeza la maldita música de los niños. Es normal, es la música o los chillidos estridentes de los enanos. Al final fue la música, aunque no consiguiera que se estuviesen quietos. Y mira que los sujeté bien a sus sillas ergonómicas según dicta la ley ¿y los bozales, para cuándo señor ministro? Menos mal que la película de «La sirenita» y «En busca de Nemo» los mantuvieron hipnotizados durante un rato ¡gracias Walt!
Aunque lo mejor de todo fue cuando se escapó el hamster al parar para descansar en el área de servicio. Claro, sólo a una cría de cinco años se le ocurre darle el biberón al pobre bicho para saciar su sed «Papá, es que llevaba mucho tiempo haciendo ejercicio y con el calor que hace tenía sed«. Con lo sencillo que hubiera sido proporcionarle el líquido elemento en su recipiente. Además, de saber que estaba ejercitando sus músculos en esa rueda sinfín lo podría haber conectado al coche para ahorrar combustible, porque la velocidad iba a ser muy parecida a la que llevamos en algunos momentos del trayecto.
Y claro, mientras la pequeña bola de pelos correteaba entre las maletas el perro no dejaba de ladrar como diciendo ¡está aquí inútiles! ¡Dejadme a mi, que lo cojo! ¡Pero dejadme salir de esta caja, que sé dónde está, lo puedo oler! Mientras tanto mi hijo, en su afán por demostrar que a los siete años, y tras la visualización de varios capítulos de «El encantador de perros» uno ya tiene autoridad suficiente como para dominar al perro, no paraba de decirle al pobre can ¡caya Homer! ¡Te he dicho que no ladrés más! ¡Homer, que te cayes he dicho! ¡Pues a César le sale, así que cállate te digo!
Al final conseguimos meter en su jaula al pequeño bicho, pero la historia no termina aquí, no. Al llegar a casa comienza el proceso de sacar las maletas y las cajas del coche. Obviamente no hay nada tan fácil, a menos claro, que tu hija no encuentre a su muñeca favorita y se pase un buen rato subiendo y bajando del coche, metiéndose entre las maletas, entre tus piernas y, después de haber molestado un buen rato, por fin la encuentra. Una pena que la encontrara dentro de la caja del perro toda mordida y babeada ¡Menuda tragedia! ¡Qué estruendo! ¡Qué capacidad pulmonar! Creo que los gritos los pudieron escuchar en Australia. ¿Pero cómo llegó ahí la maldita rubia? Todas la miradas fueron de inmediato hacia mi hijo, quien con cara de no haber roto un plato dijo «¿y cómo querías que callara a Homer?«
Después llegó la hora de deshacer las maletas, salvo la de la pequeña, que esa ya venía deshecha desde que la hizo ella solita para demostrar que era toda una mujercita. Aunque la de mi hijo tampoco se puede decir que fuera una maleta. Más bien era un zoo, con cientos de cajitas, jaulas y tarros de cristal llenos de agua donde había guardado todo bicho viviente que había encontrado durante estos últimos días. Porque lo que ahora quiere ser de mayor es otro David Attenborough. Hasta ha hecho un pequeño documental que muestra cómo se comen un Chupa Chups un montón de horimigas -desafortunadamente sobre el vídeo que hicimos mi mujer y yo en nuestras últimas vacaciones en Venecia.
La hora del baño no fue menos interesante. La pequeña quería bañarse con su hamster para quitarle el chorretón de mermelada que había derramado sobre él minutos antes. Eso sí, el baño tenía que ser con las bermuditas que la abuela, en un alarde de creatividad, confeccionó para tan pequeña bola peluda durante las vacaciones. Menos mal que Tommy se duchó rápidamente y no dio apenas guerra. Bueno, guerra no dio, pero la montó sobre su cama cuando se le cayó el bote de hormigas al intentar investigar qué pasaría si metía un escarabajo con un par de gotas de miel sobre su caparazón de quitina dentro del bote de hormigas que llevaban sin comer un par de días. ¡Menos mal que quedaba un poco de insecticida! Aunque hubo bajas dentro del bando de las hormigas, se pudieron salvar las que todavía estaban en el bote y, eso sí, el pobre escarabajo que todavía no sabía lo que estaba pasando y por qué estaba todo pringoso.
Después del cuento de rigor, arropar a todo el mundo -hasta el hamster, quien desde hacía unos días dormía con un pequeño edredón confeccionado, como no, por la creativa abuela- el beso de buenas noches y dar el paseo al pobre Homer que todavía estaba enfadado por no haberle dejado atrapar a la bola con patas en el área de servicio, pude abrazar a mi mujer y caer rendido sin poder darla las buenas noches y sin agradecerla su inestimable ayuda y paciencia -tanto con los niños como conmigo.
Y ahora vuelve a sonar el despertador, lo que quiere decir que hay que volver al trabajo, a afeitarme todos los días, a ponerme el traje y la corbata aunque en el exterior de los edificios haga una temperatura que supera los 30º Celsius, a sufrir los atascos de la gran ciudad y los empujones del metro a primera hora de la mañana, a ver esas caras largas y esa actitud crispada que parece dar la gran ciudad a todas las personas que entran en ella, a aguantar al jefe -quien mejor haría prestando un poco más de atención a su mujer y sus hijos para evitar que le estén llamando continuamente al trabajo buscando algo de atención, crispandole aún más-, a intentar comprender al cliente -quien ve peligrar su puesto de trabajo si el proyecto no sale bien y cada día que pasa está más y más nervioso, en especial porque la crisis está haciendo que su empresa comience a recortar puestos de trabajo-. En fin, a seguir con la monotonía del trabajo que no ayuda en absoluto a que mis pies quieran tocar el suelo para ponerme en pie y comenzar el día.»
Cómo puede ayudarme el coaching
domingo, 31 agosto, 2008
En más de una ocasión alguna persona que buscaba un coach se me ha acercado y me ha preguntado ¿cómo me puedes ayudar?
Obviamente puedo responder a su pregunta, sin embargo, es el futuro cliente quien debe determinar si puede beneficiarse de un proceso de coaching.
Para ello, mi recomendación -y la del ICF- es que empiece por resumir lo que desearía obtener de una relación de coaching. Cuando alguien tiene una idea clara del resultado deseado, el coaching puede ser una herramienta útil para desarrollar una estrategia que permita alcanzar la meta con mayor facilidad.
Asimismo, y dado que el coaching es una relación de colaboración, el cliente también debe preguntarse si le parece interesante colaborar, conocer otros puntos de vista y considerar nuevas perspectivas. Del mismo modo es importante saber si uno está preparado para dedicar tiempo y energía a los cambios reales que necesitará aplicar a su vida y su trabajo.
Si la respuesta a estas preguntas es afirmativa, el coaching puede ser un medio eficaz para su crecimiento y desarrollo.
Coaching vs. Terapia
sábado, 30 agosto, 2008
Si bien hemos hablado del «intrusismo» que existe en el coaching por parte de ciertas personas que se autodenominan coach, lo que está claro -por lo menos a mi entender- es que un coach no es un terapeuta. Esto no quita para que algunas personas que ahora se pasean por la calle o están sentados frente a su ordenador puedan pensar que un proceso de coaching les puede servir como terapia ¡Nada más lejos de la realidad!
Cualquier terapeuta, o coach profesional, podrá decirles las diferencias que existen entre una y otra profesión, pero como tampoco es cuestión de esperar a encontrarse con uno para preguntárselo, aprovecho la ocasión para recalcar los puntos que diferencian a estas profesiones según la propia ASESCO (Asociación Española de Coaching):
- El coaching no atiende patologías ni enfermedades
- En el coaching tenemos clientes, en terapia pacientes
- Tienen objetivos diferentes, y se emplean técnicas y recursos diferentes
- Un Coach trabaja exclusivamente en objetivos y metas donde el cliente está comprometido
- En el coaching generalmente trabajamos hacia el futuro que quiere ser diseñado por el cliente, modificando el presente; la terapia suele comenzar por el pasado
- Por lo general las personas acuden a la terapia para profundizar en algunos temas y al Coach para moverse hacia sus objetivos y metas
- El Coach trabaja pasando temas rápidamente, avanzando, no profundizando en ellos
- En terapia se analiza el ¿por qué? de las cosas, en el coaching se trabaja en el ¿por qué no?. Incluso en el ¿para qué? de lo que quiere el cliente
- Un Coach acompaña a su cliente en el diseño futuro sin que el pasado limite al desarrollo
- La terapia se enfoca en lo que está mal. mientras el Coach se enfoca en lo que se puede mejorar y desarrollar
- El coaching se centra en lo que deseas y es posible para ti, no se centra en lo que te pasó
- Una terapia psicoanalítica puede llevarte años, el coaching puede durar sólo unas sesiones