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Mejorar la comunicación
martes, 18 agosto, 2009
La comunicación está presente en nuestras vidas desde el momento en que nacemos y damos nuestro primer llanto para comunicar a las personas que se encuentran en la sala de partos que nuestros pulmones funcionan correctamente y que estamos bien.
Durante los siguientes meses los bebes se comunican con el resto del mundo a través de sus llantos, siendo los padres quienes tienen que interpretar si tienen hambre, frío, calor o algún problema que requiera llevar al pequeño infante al pediatra.
Con el paso del tiempo los retoños comienzan a balbucear sus primeras palabras, aunque sigue siendo la comunicación no verbal y los gestos del niño los que dominan la comunicación con el resto del mundo. Hasta pasados un par de años estos diablillos no comienzan a dominar la lengua materna.
Sin embargo, ya pueden haber pasado diez, veinte, o más de treinta años, que los mensajes que transmitimos a nuestros receptores pueden encontrarse con interferencias que provocan en el mejor de los casos anécdotas jocosas, mientras que en otras ocasiones dan pie a malentendidos con final desastroso.
Por ejemplo, hace unos días mientras hacíamos una excursión por un camino polvoriento nos cruzamos con dos personas que venían en sentido contrario equipados con sus botas de montaña, pantalones de senderismo, y uno de ellos cargado con una mochila a sus espaldas.
Uno de nuestros acompañantes pregunto al verlos «¿Venís de escalada?». La respuesta del porteador fue un perplejo pero rotundo «No«.
El atuendo que llevaba la pareja de deportistas no era, efectivamente, de escalada; sin embargo, el camino por el que llegaban pasaba por Escalada, por lo que me atreví a añadir a la frase de nuestro acompañante… «de Escalada, el pueblo«.
Entre alguna que otra sonrisa por lo anecdótico de la situación, ambas partes sintonizaron sus canales en la misma frecuencia y la comunicación fluyó a partir de ese momento con información que nos permitió replanificar el resto de la ruta evitando algunos contratiempos por el camino.
Si bien la presente anécdota no tiene mayor importancia ni reviste gravedad alguna para ninguna de las partes involucradas, si nos permite mostrar la importancia que tiene sintonizar el canal con la otra persona para tener una comunicación eficaz.
Si la comunicación es importante en nuestra vida personal para evitar malentendidos con nuestros familiares, amigos y gente con la que nos encontramos diariamente, no lo es menos en nuestra vida profesional, ya que en ella los malentendidos pueden dar como consecuencia pérdidas económicas para la empresa en la que trabajamos.
Por ello, antes de asumir que el otro ha dicho algo, es importante refrasear lo interpretados con un «si no te he entendido mal…«. Esto implica que estamos escuchando de forma activa a nuestro interlocutor y que realmente queremos entender a la otra persona y no dar nada por asumido para evitar cualquier tipo de malentendido que nos muestre un mapa erróneo de la otra persona.