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El arte de criticar
miércoles, 17 septiembre, 2008
Aristóteles, en «Ética para Nicómaco«, dice: «Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.«
La crítica, por norma general, tiende a ser destructiva y es la peor forma de motivar a alguien. Se suele expresar como queja personal, más que como queja sobre la que se puede actuar, y para ello se utilizan acusaciones personales cargadas de desprecio, sarcasmo e incluso disgusto.
La actitud más habitual de quienes reciben la crítica es ponerse a la defensiva al sentirse atacados, enojarse e incluso no volver a colaborar en futuros proyectos con la persona que les ha criticado. El ataque personal tiene un efecto devastador sobre el estado del ánimo.
A principios del siglo pasado Dale Carnegie decía: «Sea caluroso en su aprobación y abundante en el elogio«. Sin embargo, más de medio siglo después, nuestros ejecutivos siguen cayendo en esta misma trampa, siendo muy proclives a la crítica y muy comedidos con las alabanzas, dejando así que sus empleados sólo reciban retroalimentación cuando han cometido un error.
El no expresar una crítica también es negativo para los jefes. Al no expresar sus sentimientos, su frustración va en aumento hasta que, el día menos pensado, en el lugar más inoportuno, estallan de golpe. Si por el contrario hubiera manifestado sus críticas, no sólo hubiera evitado su frustración, sino que el empleado, al menos, hubiera tenido la posibilidad de corregir el problema. Desafortunadamente, la gente espera demasiado para expresar sus críticas y, cuando lo hacen, su enfado es tal que es difícil poder controlar lo que dicen, vertiendo las críticas de la peor manera posible.
¿Cómo podemos aprender el arte de la crítica? Es sencillo. La crítica apropiada no se ocupa tanto de atribuir los errores a un rasgo de carácter como de centrarse en lo que la persona ha hecho y puede hacer.
Adicionalmente es recomendable tener en mente las sugerencias que Harry Levinson, antiguo psicoanalista, indica en el libro «Inteligencia Emocional» de Daniel Goleman para hacernos verdaderos maestros en el arte de la crítica:
- Sea concreto. Concéntrese en algún incidente significativo, en algún acontecimiento que ilustre un problema clave que deba cambiar o en alguna pauta deficiente (como, por ejemplo, la incapacidad de realizar adecuadamente determinados aspectos de un trabajo).
- Ofrezca soluciones. La crítica, como todo feedback útil, debería apuntar a una forma de resolver el problema. De otro modo, el receptor puede quedar frustado, desmoralizado o desmotivado.
- Permanezca presente. Las críticas, al igual que las alabanzas, son más eficaces cara a cara y en privado.
- Permanezca sensible. Ésta es una llamada a la empatía, a tratar de sintonizar con el impacto que tienen sus palabras y su forma de expresión sobre el receptor.