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Creo que es malo
viernes, 11 marzo, 2011
Hace un tiempo tuve la ocasión de hablar con una persona cuyo deseo más ferviente era ser coach. Su ilusión era ganarse la vida ayudando a las personas a ser mejores, a sacar todo su potencial. Deseaba vivir del coaching y poder aportar sus ingresos a la economía familiar. Sin embargo, todavía no había conseguido alcanzar su reto. Había algo que la paraba, que la frenaba en su camino hacia su objetivo: “creía que el dinero era malo”.
Al igual que el dinero, hay personas que creen que ascender en el trabajo, tomar dulces, iniciar una relación con una persona determinada, o mantener relaciones sexuales, son malas. Las razones que dan son muy variadas: las personas con dinero son egoístas, los directivos son autoritarios, los dulces te hacen engordar, ciertas relaciones pueden ser un quebradero de cabeza con los padres, o ciertos actos van en contra de su religión.
Hay que tener en cuenta que muchas de nuestras creencias son implantadas durante nuestra infancia a través de la educación que nos proporcionan nuestros padres, las enseñanzas de nuestros profesores, la cultura en la que nos hemos criado e incluso los medios de comunicación que vemos o escuchamos. El resto de creencias se han ido creando a partir de nuestras propias experiencias.
También hay que tener en cuenta que nuestras creencias influyen sobre nuestras experiencias, haciendo que algunas sean posibles y otras no. De esta forma nos podemos encontrar con un deseo irrefrenable por conseguir algo o a alguien, pero nuestro inconsciente nos susurra que es malo, produciéndose así una lucha interna entre nuestros deseos y nuestras creencias que evita que consigamos nuestro objetivo, alterando al mismo tiempo nuestra psique.
Si creo que algo es malo, no importa lo mucho que lo desee, difícilmente lo conseguiré. No importa lo mucho que desee llegar a ser un alto directivo y aumentar mi salario, que si creo que los directivos son arrogantes y autoritarios me costará bastante tener una buena evaluación para el ascenso. Tampoco importa lo mucho que me guste un individuo, ni sus cualidades o valores personales, ni lo muy feliz que me hace estar a su lado, que si creo que es malo para mi, entonces la relación no fructificará.
De hecho, en algunas ocasiones el deseo es tan fuerte que puedo ser tentado a probar la fruta prohibida, pero en esos casos, una vez ha concluido el deseo, aparece un sentimiento de culpa tan fuerte que puede llegar a trastornar nuestra comprensión.
Para evitar caer de nuevo en el pecado y sentir que hemos hecho algo malo, las personas tomamos distancia de la tentación. Nos alejamos de ella con la esperanza de no volver a probar el fruto prohibido. Nuestras creencias, a través de la conciencia, nos atormentan de tal manera que pueden llegar a destruirnos.
Por último hay que recordar que las creencias no son buenas ni malas, tan sólo son potenciadoras o limitantes. De esta forma las creencias nos permitirán alcanzar nuestro objetivo o hacer que nos alejemos de él para siempre. Para identificar si una creencia es limitante primero tenemos que ser conscientes de que tenemos esa creencia, para lo cual hay que expresarla. Una vez expresada nos podemos preguntar: «¿Qué te impide alcanzar tu objetivo?«.
Lo positivo de todo esto es que las creencias cambian y, como resultado, las experiencias lo hacen también. Las creencias las puede cambiar uno mismo, o puede pedir ayuda de un profesional para que le ayude a identificarlas y modificarlas de tal forma que pueda conseguir el objetivo marcado.
¿Qué creencia te está impidiendo alcanzar tu objetivo actualmente?
Que lo haga ella
jueves, 23 julio, 2009
El otro día una madre me comentaba lo bien que cuidaba de su hijo adolescente, ya que este vivía como un rey y no daba un palo al agua. Ante mi pregunta ¿por qué no le enseñas a valerse por si mismo para que cuando comience una relación de pareja no tenga problemas? ella me respondió «¡qué lo haga ella!«.
Si bien esta puede ser una respuesta de lo más normal entre las madres de hoy en día, no tengo muy claro que este comportamiento sea el más adecuado en la sociedad en la que vivimos. Si la responsabilidad de los padres es la de enseñar a sus hijos las herramientas que les permitan valerse por si mismos en nuestra sociedad, y hemos identificado que existen problemas de pareja que pueden solucionarse con una modificación de ciertos comportamientos ¿qué hace que existan madres que no enseñan a sus hijos a ser independientes, a tener comportamientos que eviten futuros problemas con sus parejas?
La creencia de que «si yo le digo que tenga otro comportamiento en casa y ayude en las tareas domésticas se enfadará conmigo y dejará de quererme» es muy importante en mantener el comportamiento actual. Sin embargo ¿no se enfadará más pasados unos años cuando vea que su madre no le enseñó a cocinar o a gestionar la casa? ¿Cuando vea que no puede ser independiente? ¿Cuando perciba que tiene problemas con su pareja? Entonces ¿qué puedo hacer como madre?
El primer paso puede ser responsabilizarse de la educación del hijo, no sólo educándole a que no diga palabrotas y se comporte de forma correcta cuando esté con gente, sino a que pueda ser independiente y valerse por si mismo. En este punto es importante la implicación de ambas partes de la pareja. ¿Qué me impide ejercer mi responsabilidad?
Como decía en el post problemas de pareja, esto puede ser debido a las creencias que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida, creencias como la expuesta más arriba. ¿Cómo identifico mis creencias?
Para conocer las creencias que guían las conductas uno se puede preguntar ¿por qué hago esto? ¿Qué pasaría si no lo hiciera? Una vez identificadas habrá que cambiarlas, para lo cual la experiencia de un coach puede ser de gran ayuda. ¿Que pasa cuando modifique mis creencias?
Las creencias no son más que afirmaciones sobre nuestra interpretación del mundo y sobre nuestra persona. Por tanto, al cambiar una creencia, también cambiará buena parte de nuestro comportamiento y de nuestra relación con los demás.
Creencias limitantes
jueves, 11 septiembre, 2008
¿Que es una creencia? La Real Academia define la creencia como el firme asentimiento y conformidad con algo.
Las creencias son principios de acción sobre los que actuamos como si fueran ciertos. Buda decía «No os creáis nada. No importa dónde lo leáis, o quién lo haya dicho, aunque lo haya dicho yo, a menos que concuerde con vuestra propia razón y vuestro sentido común«.
¿Dónde nacen estas creencias? Muchas de nuestras creencias fueron «implantadas» durante nuestra infancia, antes de que fuésemos conscientes de su impacto. La educación que nos proporcionaron nuestros padres en casa, las enseñanzas de nuestros profesores en el colegio; la cultura en la que nos hemos criado e incluso los medios de comunicación que vemos o escuchamos nos han ido transmitiendo una serie de creencias que han quedado arraigadas en nuestro yo más profundo.
El resto de creencias se han ido creando a partir de nuestras propias experiencias, y a su vez, las creencias influyen sobre nuestras experiencias, haciendo que algunas sean posibles y otras no.
¿Cuándo es una creencia buena y cuándo no? Las creencias no son buenas ni malas, sino potenciadoras o limitantes. Cuando alguien cree que puede hacer algo, lo hace, mientras que si está convencido de que no es posible, no importa lo que se le diga que no se le convencerá de lo contrario.
Cuántas veces habremos escuchado la frase «No puedo«. Según Paul R. Scheele, presidente de Learning Strategies Corporation, esta frase «es la fuerza de la negación más poderosa de la psique humana«.
Por su parte, Eleanor Roosevelt dijo «Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no se lo permites«. El coaching actúa a partir de creencias potenciadoras para que consigas el objetivo marcado.
¿Cómo identifico una creencia limitante? Antes de nada hay que ser consciente de que tenemos esas creencias, para lo cual hay que expresarlas. Una pregunta que puede ser de gran ayuda a la hora de identificar las creencias que nos limitan en la consecución de un objetivo específico es: «¿Qué te impide alcanzar tu objetivo?» Si no eres capaz de identificar ninguna creencia limitante tal vez no hayas pensado suficientemente en el objetivo.
Lo bueno de todo esto es que las creencias cambian y, por tanto, las experiencias cambian como resultado de estas. Así que busca aquellos objetivos que no hayas podido alcanzar hasta ahora e identifica que es lo que te impedía conseguirlos (el trabajo que deseas, la pareja con la que compartir tu tiempo, una buena relación…)