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Saber delegar
jueves, 10 diciembre, 2009
Si preguntásemos a todos y cada uno de los empleados de una empresa ¿qué porcentaje de tu tiempo en el trabajo empleas en tareas que podrían ser realizadas por una persona con menos experiencia, sabiendo que se le ha formado para encargarse de ello con calidad? Nos sorprendería encontrar que el resultado medio es frecuentemente tan alto como el 40-50%.
Este mal hábito reduce los beneficios, afecta negativamente a la motivación y la moral de los empleados, reduce las capacidades competitivas de la organización y, adicionalmente, evita que los profesionales con más experiencia puedan emplear más tiempo con los clientes, invirtiendo así en el futuro de la empresa.
Ante la pregunta ¿por qué no delegas más en tus subordinados? es habitual escuchar respuestas como: prefiero hacerlo yo mismo o, tengo más confianza en que se haga bien si lo hago yo. ¿A qué miedo se enfrentan estas personas? ¿Qué las impide delegar?
En ocasiones es el propio sistema el que impide que los profesionales deleguen más en sus subordinados a través de los propios sistemas de medición y recompensa. Una de estas medidas de presión es la cargabilidad o utilización de los recursos humanos, por la que una persona tiene que facturar un mínimo de horas al cliente durante el mes para no ser echado a la calle, en especial en estos tiempos de crisis económica.
Otra de las razones que obliga a desarrollar esta tendencia para no delegar es la desgana a invertir tiempo en el entrenamiento y supervisión de una persona para conseguir una buena delegación. Aquí oiremos razonamientos del tipo: a una persona con menos experiencia le llevará hacerlo mas tiempo de lo que me llevará a mi, y además tendré que gastar tiempo en su supervisión.
Por último está el miedo a lo desconocido, lo que tendrá que hacer este profesional si entrega el trabajo a sus subordinados: prestar atención a las cuestiones de marketing, servicio al cliente, trabajar en tareas propias de su nivel. Si existe una buena delegación será necesario encontrar actividades sustitutivas que realmente cuadren con las habilidades y el nivel de experiencia profesional de la persona en cuestión.
Todas estas razones pueden estar muy bien de cara a uno mismo y los compañeros, sin embargo, no son un argumento válido para mantener personal ineficiente en la empresa. La buena noticia es que las empresas descubrirán que tienen grandes oportunidades en este área y que el dolor de cambiar los hábitos de sus empleados puede ser recompensado por los beneficios futuros y mitigado en parte con la ayuda de un proceso de coaching ejecutivo.
Ahorrar e invertir
lunes, 11 mayo, 2009
Ahorrar e invertir son dos términos muy utilizados por los ejecutivos de nuestro país en estos días. El primero significa «reservar alguna parte del gasto ordinario, o guardar dinero como previsión para necesidades futuras«, mientras que el segundo implica «colocar un caudal o emplear u ocupar el tiempo» en algo.
En los Estados Unidos de América los Bancos recomendaban a sus clientes ahorrar el 10% de sus ingresos hace años. Esta política parece muy acertada si lo que se pretende es guardar dinero como previsión para necesidades futuras y evitar así que los clientes se queden sin su poder adquisitivo.
Sin embargo, en el caso de las inversiones, hay pocas personas que nos recomienden cuánto invertir, o dónde hacerlo, ya que solemos invertir cuando tenemos un sobrante de dinero con el que no sabemos qué hacer y queremos que nos rinda unos beneficios hasta que lo necesitemos de nuevo.
¿Y si comenzamos a invertir el 10% de nuestros ingresos? Obviamente podríamos invertir en bienes materiales o en acciones, lo cual nos daría un rendimiento a nuestra inversión. Pero ¿y si lo invirtiéramos en nosotros mismos sin depender de factores externos? Por ejemplo, podríamos invertir en el desarrollo de nuestras habilidades y competencias interpersonales ¿Cómo mejoraría nuestra vida? ¿Qué rendimientos podríamos obtener en el medio o largo plazo?
Al desarrollar nuestras habilidades interpersonales o aquellas competencias que necesito para subir de categoría en la empresa, o que necesito para cambiar a ese puesto de trabajo que tanto deseo, entonces nuestros ingresos van a aumentar ineludiblemente. Al aumentar mis ingresos, tengo más dinero, por lo que puedo ahorrar más e invertir más, tanto en bienes inmuebles como en mí mismo de nuevo.
Luego tal vez sea interesante comenzar a pensar que debemos invertir en nosotros mismos, no tanto en desarrollar aquellas habilidades técnicas que la empresa me puede ofrecer, sino aquellas habilidades interpersonales que la empresa no me ofrece, o competencias que necesita un puesto de trabajo mejor remunerado, por lo tanto deberé elegir la mejor escuela de coaching donde formarme, aquella cuyos requisitos y calidad promuevan la calidad de mis estudios.