Artículos etiquetados ‘motivacion interna’
Posponer decisiones
miércoles, 23 febrero, 2011
No es raro encontrarse con personas que posponen ciertas tareas para otro momento con disculpas como “luego lo hago”, “ahora estoy muy ocupado” o “es que no encuentro el momento adecuado”.
El realizar una tarea nueva nos suele inquietar porque nos pone en una situación comprometida ya que, en la mayoría de los casos, no hemos realizado antes nada similar y tenemos poca experiencia en su ejecución.
Además, el realizar algo nuevo nos hace salir de nuestro círculo de comodidad. Un círculo en el que nos sentimos seguros y a gusto. ¿Para qué salir de ahí entonces? Es como salir de casa en pleno invierno cuando una tormenta está descargando toda su furia sobre nuestras cabezas ¿no es mejor quedarse cómodamente en casa tomando un chocolate caliente mientras amaina la tempestad?
Si a todo esto le añadimos una pizca de nuestros miedos y fantasías como “se van a reír de mi” o “qué van a pensar si no lo sé hacer”, la cosa se complica todavía más, y hasta es posible que no haga nada para salir adelante.
Es posible que todo lo dicho hasta ahora nos haya ocurrido alguna vez, o que incluso nos esté pasando ahora. Tal vez nos podamos sentir petrificados ante ciertas situaciones y, por muy mal que lo estemos pasando actualmente, preferimos no movernos hasta que todo pase. Puedo tener la creencia de que si no me ven, no me pedirán que lo haga, aunque sé que lo tengo que hacer. Dejemos que la furia de la tormenta se aleje y no vuelva en mi busca.
Sin embargo, todavía es hoy el día en el que apenas somos capaces de predecir la duración de las tormentas. Con un poco de suerte pueden durar sólo unas horas, si se complican un poco se pueden alargar hasta unos días, o en el peor de los casos se pueden alargar unas semanas, meses e incluso años. Y es aquí donde entra en juego nuestra paciencia ¿cuánto tiempo puedo aguantar esta situación sin hacer nada para cambiarla? ¿Cuánto tiempo puedo aguantar sin salir de casa y sin que se deterioren mis facultades mentales?
Desde fuera todo parece muy sencillo. De hecho no será la primera vez que oímos a alguien decirnos: “tienes que coger al toro por los cuernos”. Y efectivamente, esa persona puede tener razón. Pero todavía existe algo que no nos permite movernos. Mi motivación no es lo suficientemente fuerte como para hacer que salga de casa y me enfrente a ese toro embravecido.
Al no ser nosotros quienes sufrimos en primera persona dicha situación, debemos intentar comprender a nuestro interlocutor, entender qué es lo que le frustra, lo que le inquieta, lo que le impide moverse hacia delante. Obviamente esta tarea no es sencilla, y se complica proporcionalmente según la persona con la que tratemos sea más cercana a nosotros.
En estos casos la comprensión es importante, pero tampoco hay que dejar que la otra persona se convierta en víctima de ella misma. Es necesario comprender a la otra persona, pero sin entrar en su victimismo y que éste nos haga rehenes de su situación.
Cada uno de nosotros tiene la solución a sus problemas dentro de sí, lo importante es conseguir exteriorizar esas soluciones para que las podamos escuchar, para hacernos conscientes de ellas. Es cierto que existen dependencias afectivas que nos pueden dificultar la toma de decisiones, pero con la ayuda de la persona adecuada podemos identificar nuestros bloqueos y salir de nuestro círculo de comodidad para comenzar una nueva vida.
Y tú ¿qué decisiones estas posponiendo para otro momento? ¿A qué se debe?
Dar consejos
lunes, 24 agosto, 2009
¿Quién no ha dado en algún momento de su vida un consejo a alguna persona cuando ha sentido que esta había perdido el rumbo y necesitaba redireccionamiento? Dar consejos es algo que a todos se nos da muy bien y… «el que esté libre de pecado que lance la primera piedra».
A lo largo de nuestra vida solemos tener la fortuna de encontrar un interlocutor que quiere tratar algún asunto sobre el que tenemos cierta experiencia. En estos casos, es posible que a los pocos minutos de oír su discurso es posible que lancemos nuestra ofensiva de consejos para que sean escuchados y asimilados por el receptor de nuestro mensaje.
Al finalizar nuestro discurso es posible que nos sintamos bien: «he hecho lo que tenía que hacer». Tal vez hasta nos sintamos aliviados: «la próxima vez ya no me vendrá llorando». Es posible que hasta con más experiencia y mundo que la otra persona: «sin mi experiencia y conocimientos esta persona no es capaz de sobrevivir en esta jungla». Incluso realizados y libres de culpa: «yo ya se lo he dicho, ahora que haga lo que quiera».
Efectivamente, las razones por las que nos sentimos impulsados a dar consejos a las personas que nos rodean pueden ser muchas y muy variadas. Es más, seguro que mientras leemos estos párrafos se nos haya ocurrido una nueva razón para no dejar este hábito.
Esta forma de actuar no es ni buena ni mala, a lo sumo depende de dónde y con quién la apliquemos. Sin embargo me gustaría llamar la atención del lector en dos puntos con los que se puede sentir reflejado: (i) cómo me afecta cuando no me hacen caso y; (ii) qué impide que la otra persona ponga en práctica mis consejos.
Independientemente de la experiencia que tengamos en el tema; la lógica y entusiasmo que pongamos en nuestro discurso; los datos científicos, estadísticos, o imágenes impactantes que aportemos; nuestros consejos pueden ser ignorados, lo cual puede hacer que nos sintamos frustrados, incomprendidos o que aparezcan otros sentimientos en mi, como la rabia.
Si bien los sentimientos están ahí y será su análisis lo que nos permita comprenderlos y llegar a gestionarlos para que no interfieran en mi vida, tal vez lo que haya hecho que nuestro discurso no haya tenido efecto alguno sea: (i) que no hayamos escuchado de forma activa el asunto que quería tratar la otra persona; (ii) que nuestro discurso no tenga presente las motivaciones que harán que esa persona se ponga en acción.
Aunque hayamos tenido en cuenta todo lo dicho hasta el momento, es muy importante tener presente el papel que juega nuestro interlocutor en todo este asunto. Por eso es imprescindible percibir si dicha persona está disponible en ese momento para llevar a cabo un cambio en su vida.
Algunas de las lecciones que podemos aprender de todo esto es (i) que no siempre las personas que vienen a comentarnos algo están preparadas para realizar un cambio en ese momento; (ii) que el escuchar de forma activa puede permitirnos hacer preguntas poderosas que hagan que la otra persona se dé cuenta de la solución; (iii) que más que consejos las personas buscan de nosotros que les aportemos aquellas opciones y alternativas que ellos no han sido capaces de encontrar debido a su bloqueo mental temporal.
Tal vez la máxima del día pueda ser «el mejor consejo es aquel que no se da, sino que sale de uno mismo«.
Misión
domingo, 8 marzo, 2009
La declaración de misión en la empresa tiene como propósito básico definir el negocio principal de la misma, saber quién es y hacia dónde se dirige la organización. Además permite cuantificar los logros, al tiempo que proporciona a los clientes la información necesaria del negocio que lo hace diferente a la competencia. Para ello, muchas declaraciones de misión incluyen lo que se hará, por quién, para quién, para qué y por qué.
Una declaración de misión clara puede ser un punto clave para el buen comienzo de una organización, pues en ella se indica de manera concisa en qué consiste nuestro negocio. Sin embargo, también las empresas que ya están en marcha pueden formular su declaración de misión. Las finalidades esenciales de la declaración de misión son las siguientes:
- Concentrar las energías de la empresa en su negocio principal.
- Proporcionar guía inmediata (a dónde vamos).
- Motivar a las personas, quienes se mantendrán enfocadas en una sola dirección.
Es muy importante a quién se dirige la declaración de misión, ya que sienta las bases del estilo de comunicación entre la empresa y el grupo al que se dirige. Lo más acertado es dirigirla:
- Al personal que debe encontrar eco entre sus motivaciones internas y la misión de la empresa.
- A los clientes, que quieren productos de calidad y que estén al alcance sus bolsillos.
- A la sociedad en general, que espera que se produzca en condiciones que no atenten contra la dignidad humana ni el medio ambiente.
- Y a los accionistas, que saben que el valor de sus acciones se incrementará si la empresa satisface los intereses de los grupos anteriores.
El coaching empresarial puede contribuir a que una empresa defina y clarifique su dirección con el fin de desarrollar y expandir sus servicios para con sus clientes.