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Niños, clones del comportamiento
lunes, 17 agosto, 2009
La genética puede hacer que nuestros retoños tengan cierto parecido físico con alguno de sus progenitores en función de cómo la naturaleza aplique las leyes de Mendell (color de los ojos, del pelo, la piel…). Sin embargo, el comportamiento de un niño parece venir determinado fundamentalmente por lo que aprenda de su entorno.
Estos personajillos que apenas levantan medio metro del suelo son auténticos clones del comportamiento de las personas que tienen a su alrededor. Su capacidad de observación les hace no perder detalle de lo que pasa en su entorno y, lo que para nosotros puede ser un detalle insignificante, o un comentario sin importancia, puede tener una gran repercusión y efecto sobre ellos.
Las personas que tienen a su alrededor son la fuente de inspiración de estos duendecillos, siendo los padres y los familiares más cercanos las personas que más influencia tienen sobre sus comportamientos iniciales. Serán estas personas, y en especial los padres, quienes durante la infancia les irán enseñando cómo deben comportarse en cada lugar, con las personas que les rodean -desde abuelos a amiguitos del parque- al tiempo que les inculcan sus creencias y valores, permitiendo así que se vaya formando la identidad del pequeño tal y como demuestra la publicidad de una de las campañas de la NAPCAN.
Si bien no soy nadie para decir cómo tienen que educar los padres a sus hijos, la experiencia adquirida en mi trabajo con personas que quieren cambiar sus hábitos para conseguir algún objetivo en su vida, me permite afirmar que los comportamientos de las personas se pueden cambiar, y que la ausencia de ciertas creencias y limitaciones en los niños permite a sus padres obtener resultados asombrosos en muy pocos minutos. Nadie desmiente que educar a un hijo sea tarea sencilla, sin embargo es posible cambiar esos comportamientos «inadecuados» de nuestros hijos en lugares determinados.
Un pequeño ejercicio de observación para llevar a cabo en esta época estival mientras disfrutamos de los «bermuts«, la playa, el ocio y el tiempo libre y el cual nos permitirá saber cuáles son nuestros comportamientos más comunes en la mesa, a la hora de tratar con la gente, y en general con todo aquello que nos rodea, es el de observar a nuestra prole durante unos minutos e identificar los comportamientos que nos llamen la atención para el lugar donde nos encontramos y la gente con la que estamos. Luego debemos identificar de quién ha adquirido dichos comportamientos, seguro que no anda muy lejos el truhán.