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Recolocar o despedir
martes, 9 diciembre, 2008
Recolocar o despedir, esta es la pregunta que muchos ejecutivos se hacen cuando se encuentran con un empleado conflictivo, que no parece tener interés por la empresa, que no se esfuerza lo suficiente, o que no asume nuevas responsabilidades.
En muchas ocasiones las empresas optan por despedir al empleado, aunque esto suponga un trastorno económico y personal para la empresa y para el propio empleado, quien aunque reciba una compensación económica por el tiempo trabajado se puede quedar resentido por el trato injusto que se le ha dado.
¿Qué hace que estas empresas despidan al empleado en vez de recolocarlo? En ocasiones esto puede ser debido a que las empresas no tienen el tiempo necesario para analizar la personalidad del empleado, sus valores, sus capacidades y cuál puede ser el entorno donde puede encajar mejor, debido en muchos casos a no tener un departamento de recursos humanos.
Por ejemplo, un empleado perfeccionista tendrá la calidad y la responsabilidad como valores principales, y dentro de sus capacidades estará el hacer las cosas con un alto grado de calidad, al tiempo que puede detectar errores y corregirlos. Como vimos en el artículo «Calidad o cantidad«, esta persona podría estar englobada dentro del subgrupo preocupado por la perfección del trabajo, en cuyo caso la cantidad de trabajo que saca adelante puede ser baja.
Si a esto le añadimos una actitud reactiva que le define como una persona con poca capacidad de iniciativa y cuya máxima aspiración es la de ser útil y limitarse a cumplir con su cometido, entonces es posible que tenga los días contados si dentro de sus tareas se encuentra la generación de gran número de documentos al día y lidiar con los clientes. Sin embargo, su futuro podría ser otro de encontrarse en el departamento de calidad mejorando y revisando los procesos de la empresa.
El coaching puede ayudar a identificar la personalidad de los empleados, sus valores, sus capacidades y alinear los objetivos de la empresa con los del empleado, al tiempo que permite ahorrar ingentes cantidades de dinero en despidos y malos tragos a todas las personas involucradas en este incómodo y desagradable proceso.